La terminación de las tareas que se inician, el logro de metas u objetivos…, requieren de la capacidad para enfocar la mente y los sentidos. Asimismo, es necesario contar con otro ingrediente fundamental: la práctica de la gratificación retardada. Esta consiste en la postergación del goce momentáneo frente a la visualización de un futuro goce de mayor alcance.
Es conocido el experimento en el cual, un adulto le da la instrucción a un niño de no comerse un malvavisco, sino hasta que el adulto regrese. De cumplir eso, el niño recibirá un malvavisco extra. El adulto sale de la habitación y deja al niño solo frente al malvavisco. A través de este experimento se evaluó la capacidad de los niños para manejar la gratificación retardada.
Es un concepto que tiene que ver con disciplina y autocontrol; con ajustes en la conducta hacia metas y objetivos claros, así como gestión de los recursos cognitivos y emocionales. Si bien, no todas las personas tienen desarrolladas esa serie de características, la gratificación retardada es una capacidad que puede entrenarse.
Sin duda, es una tarea que requiere que los adultos entren en sintonía, a la par de sus hijos, a fin de que los resultados sean los esperados. En pocas palabras, enseñarles a sopesar a los niños, las ventajas y desventajas entre el goce inmediato por el goce futuro de mayor magnitud.
Establecer metas realistas y claras. Se debe tener claro hacia dónde se van a dirigir los esfuerzos. Puede desmenuzarse en pequeñas partes la tarea para que esta no de la impresión de ser interminable.
Tiempos específicos. Diseñar una programación del tiempo. Hacer un espacio en el día a día para la actividad-objetivo a realizar, de tal forma que se integre cada paso de la tarea a la vida diaria.
El camino es la meta. Aprender a disfrutar el proceso de obtención de la meta, para que esta no sea vista como “algo lejano” o “inalcanzable”. Tener claro que cada paso del proceso forma parte de la meta a lograr.
Reeducar la atención. Supongamos que su hijo quiere ahorrar para comprarse algo que quiere y cada domingo debe destinar una parte del dinero que usted le da. Es importante enfocar su atención en otras actividades a fin de que no se cree una fijación o frustración por el dinero que está dejando de gastar en el momento.
Estas son solo algunas pautas para fomentar la gratificación retardada. Lo importante es, ante todo, acompañar al niño en ese proceso.
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