Por Yllelyna Aponte-Carías
¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos o alumnos
se sientan queridos,importantes, escuchados e integrados
en la escuela, en una fiesta o como miembros importantes de la familia?
Cuando un padre busca una escuela para sus hijos, lo que primero dice es que busca una institución bilingüe, con maestros capacitados, grandes áreas verdes, grupos reducidos, excelencia educativa. Pero cuando se le pregunta qué necesita su hijo para ser feliz, sus ojos se exilian visualizando el futuro del retoño. Y comienzan con “que lo traten con respeto, que tenga amigos, que sus maestros sean amorosos, que sea feliz, que se sienta aceptado”. Entonces las materias se cambian por valores. Y es que al final de cuentas a eso venimos al colegio, a aprender a relacionarnos.
Tomando en cuenta esta solicitud de padres de familia, y siguiendo el modelo de Disciplina Positiva, que este año rige nuestras aulas, los maestros de Ameyali tienen diferentes actividades programadas entre la dirección general, coordinaciones académicas y el departamento de pedagogía. El fin común: la sana convivencia.
Desde la voz de los propios docentes, mes a mes iremos exponiendo algunas de estas dinámicas que trabajan los alumnos. Los maestros expondrán los beneficios y retos que enfrentan cada grupo. Y seguro ustedes escucharan a sus hijos hablando de estas actividades y tratando de aplicarlas en la familia.
TODOS SOMOS
Comenzamos a implementar está filosofía en todos nuestros grupos con la dinámica de Carlitos. El docente dibuja a un niño que se identifica como Carlitos, los alumnos proceden a ser groseros verbalmente con él, les van diciendo insolencias. Con cada palabra negativa se va haciendo más pequeño, el docente va arrugándolo más y más, con el fin de que los niños comprendan cómo hacemos sentir a otros cuando usamos esa comunicación.
Para la maestra Josefina Tapia, o mejor conocida como Pinita, la actividad invita a los niños a ser empáticos y respetuosos con los nuevos compañeros, buscando su integración. “Se trata de que ellos se concienticen y propongan ideas para evitar que esos niños, que llegan por primera vez al colegio, no se sientan rechazados, ni relegados.
Berenice Cortés, responsable del grupo de sexto en español, indica que lo que se quiere es “lograr una integración completa entre alumnos de nuevo ingreso y alumnos de toda la vida en el colegio”. Mientras Ricardo Jiménez, quien conduce el grupo de tercero en inglés añade que el sentirse como “Carlitos” le puede pasar a un niño de nuevo ingreso, le puede pasar a cualquier compañero de ellos, en cualquier momento del ciclo escolar. Para Perla Garnica, educadora de segundo de preescolar, la actividad es enriquecedora porque busca que los niños, desde temprana edad, sean empáticos, que reconozcan sus cualidades y la de sus compañeros; y entiendan que “aunque somos diferentes, todos somos importantes”.
Carlitos puede ser cualquier niño en un momento de su vida. Desde un día que no fue invitado a la fiesta de un compañero, que no fue aceptado para el equipo de fútbol, que no entendió una indicación y todos se burlaron. También nos vamos al otro lado de la moneda: ese niño molesta, enfada, que hace clanes o subgrupos, que se burla, o hace “carrilla”. Nuestro compromiso como educadores es enseñarlos a relacionarse de la mejor manera, para ello utilizamos la metodología de Disciplina Positiva basada en: respeto y amabilidad.
BENEFICIOS: Alumnos conscientes e integrados
Posterior a esta dinámica pasan los alumnos a hacer acuerdos de sana convivencia, permaneciendo Carlitos “arrugadito” como un recordatorio de cómo debemos tratar al otro. Si en algún momento se les olvida, los maestros hacen referencia y vuelven a tocar el tema, giran hacia él, y se genera la consciencia empática “¿cómo se sentirá Carlitos con esto o aquello?”. Ahora, están más consciente de ser amables con sus compañeros.
Los beneficios son palpables ya que los niños comienzan a autorregularse, a involucrarse más en el aula. Hay mayor orden el salón, ahora cuidan más los materiales y los espacios de trabajo. Se ayudan entre ellos, se incluyen, trabajan más en equipo, respetan sus diferencias y los acuerdos.
Concluye la maestra Pina, que los niños poco a poco se van apropiando de un nuevo lenguaje, de nuevas herramientas inteligentes para lograr una mejor comunicación con sus compañeros y solucionar de manera autónoma los conflictos. “Son pasos muy pequeñitos pero significativos, e igualmente para nosotros los docentes, ha sido maravilloso la utilización de estas estrategias que aligeran y benefician la disciplina dentro y fuera del aula, bajando notablemente las idas a la dirección académica por problemas de disciplina”.
Algunos padres también notan los cambios. Recibí el comentario de una madre de familia sobre su hija que es de nuevo ingreso que se sentía triste al principio del ciclo escolar porque no tenía amigas, pero ahora llega feliz a su casa platicando todo lo que vive y hace junto con sus nuevas amigas”.
Carlitos es una acción real y contundente que nos ayuda a frenar el bullying y a buscar mejores maneras de comunicarnos. De formar niños más integrados y empáticos; que aportan soluciones, que cuidan el corazón del otro y el de ellos; porque hay días en que desde casa los niños se pueden sentir como Carlitos, y como grupo pueden apoyar a su compañero a salir de ese cuerpo, alma y espíritu “arrugadito”, siendo empáticos.