Todos queremos que nuestros hijos sean amables, respetuosos y educados. Decir “voy a educar a mi hijo para que sea respetuoso” suena un enunciado fácil en acción y en tiempo. Idealizamos el respeto y lo sentenciamos con “A MÍ, ME RES PE TAS”. Y es que la diferencia entre educar con respeto y no con miedo, es el gran reto. Los sinónimos de respeto son: obedecer, acatar, doblegarse o someterse. No aparece en el diccionario “respeto” como sinónimo de amor, amabilidad o conexión.
Educar con respeto debe ser inspirador, transformador primero para nosotros como padres o maestros, y por consiguiente para nuestros hijos. Para que nuestro capullo respete a padres, pares y tercero, es beneficioso aplicar la disciplina positiva.
El respeto es una actitud social que se debe inculcar en los niños a través del ejemplo. Una actitud y aptitud que ellos observan en nosotros y la plasman en el entorno donde se desarrollan.
Como tratemos a nuestras parejas, padres, hermanos, amigos, jefes y compañeros, será el cómo nuestros niños convivan con sus amigos, maestros y con ellos mismos. En la edad adulta cómo se relacionarán con sus jefes, empleados, compañeros o socios.
Cada momento es un momento de verdad con nuestros hijos, un momento de educar con respeto. Cuando vamos al banco y no somos atendidos en tiempo y comenzamos a gritar al gerente o empleados calificándolos como “lentos o mensos”. Cuando cometemos infracciones de tránsito y queremos sobornar a la autoridad. Cuando los llevamos al colegio y vamos vociferando maldiciones a todo el mundo porque vamos con retardo. Cuando nos burlamos de las maestras o le ponemos sobrenombres. Ensayamos mentiras para justificar demoras o faltas en tareas. “Si te dicen porque faltaste dile que se nos inundó la casa, que el carro se descompuso o que está lloviendo horrible por acá, que a la tía nena le dio un infartó y que tu abuelita otra vez se cayó”. Hospitalizamos, enfermamos y enterramos hasta al perro. Y de estas formas “de inculcar respeto” tenemos una enciclopedia.
Decimos que educamos cuando le Indicamos a nuestros hijos que sí “Raulito te pega le respondes igual, les das donde más le duela”. Luego los premiamos “Eso es hijo, te hiciste valer”, aunque no hubo negociación ni diálogo, solo reacción. En el colegio tendrá consecuencia como en la vida pero nosotros “padres todopoderosos” mejor los llevamos a una nieve para que olvide “el mal rato”.
SI tenemos hijos adolescentes, expresamos angustiados: “mi hijo es un adolescente terrible"; sin darnos cuenta que nuestro nivel de respeto es de un adolescente sin reglas ni límites, sin acato a la autoridad. Queremos exigirles lo que no les damos como modelos.
A veces proclamamos sentencias de nuestras experiencias como adultos y a través de nuestras relaciones y acciones educamos a nuestros hijos. Cada palabra, cada acción de nosotros para ellos es la ley del respeto. Nos reímos cuando nuestra hija (o) nos imita cuando estamos en la Tablet o al teléfono sin percatarnos que ellos ven, hacen y dicen lo que nosotros hacemos y decimos. Ellos nos imitan porque somos su patrón.
Veamos el siguiente video de cómo somos: Somos Modelo
Los niños son reflejo de nuestro ser y estar en este mundo. Ellos son nuestro molde, y también nuestra posibilidad de hacer mejor las cosas”. Como tú vives tu vida genera un impacto en la de ellos.
El respeto es medular para que nuestros hijos tengan éxito en sus relaciones y en su vida adulta. En ocasiones reaccionamos antes situaciones con una carga emocional y ancestral que nuestros hijos no entienden pero imitan.
NIÑOS QUE SE PORTAN MAL...
Las herramientas de la disciplina positiva se basan en crear un ambiente de respeto con amabilidad y firmeza. La amabilidad habla del respeto por los niños, de ponernos en su lugar, conocer sus límites; y la firmeza habla del respeto por mí mismo, conociendo mis límites como adulto. Engranar las dos es posible con mucha práctica para romper paradigmas.
Para la pedagoga alemana especialista en pedagogía Montessori, Rebeca Wild “Un niño no se porta mal si se siente bien”,y para que se sienta bien debemos crear un ambiente de bienestar.
Algunas acciones para trabajar con bienestar en el respeto desde casa son:
Te invito a ver el siguiente video: Mensaje de tu hijo
Ahora observa a tu hijo (a) cada acción, palabra o sentencia qué hace o dice, de dónde viene, cómo la aprendió y la pregunta fundamental: ¿le ayudará a relacionarse de manera positiva con el mundo? ¿Le estás enseñando a vivir con respeto?