Por Yllelyna Aponte Carías
Las habilidades sociales se aprenden a través de la vivencia y experiencia. Desde preescolar hasta secundaria, en cada aula del Colegio Ameyali se busca que el alumno socialice de manera armoniosa con sus pares. De esta manera se introduce, como anillo al dedo, la Disciplina Positiva a modo de estrategia para una sana convivencia en el quehacer diario de nuestra escuela.
Con Disciplina Positiva enseñamos, educamos, preparamos, entrenamos, construimos habilidades y nos centramos en soluciones de forma respetuosa.
La palabra disciplina viene del latín “disciplini o discipulus” que significa “seguidor de la verdad” o “enseñar”. La metodología empezó a estudiarse y a ponerse en marcha hace casi un siglo en Estados Unidos por los psiquiatras vieneses Alfred Adler y Rudolf Dreikurs. Pero es a partir de los años 80, con las psicólogas Jane Nelsen y Lynn Lott, cuando se sistematiza, experimenta y se comprueban los beneficios de educar con respeto mutuo.
Con disciplina positiva ayudamos a los adultos: padres y maestros, a entender el comportamiento de los niños, sembrando actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles habilidades para la vida como la responsabilidad y la empatía; estas destrezas les facilitarán el llegar a ser unos adultos más felices y miembros que contribuyen al bienestar de su familia y de la sociedad.
Su cimiento es la COMUNICACIÓN, el AMOR, el ENTENDIMIENTO y la EMPATÍA para disfrutar de las relaciones familiares. También proporciona herramientas para entender el comportamiento de sus hijos y reconducirlo con respeto, sin luchas de poder, con una perspectiva positiva. Es un enfoque que no incluye ni el control excesivo ni la permisividad, basándose en el RESPETO MUTUO Y LA COLABORACIÓN, todo con el firme propósito de enseñar al niño competencias básicas para la vida.
EL método nos señala con claridad que los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de los niños. Pero sin culpas solo asumiendo responsabilidad compartida.
Siempre es importante tener un equilibrio Si sólo se cubren las necesidades de niños o de adultos pero no ambas, la balanza siempre estará inclinada hacia un lado, lo que hace que no haya equilibrio, que es lo que beneficia una buena relación y surjan distintos tipos de problemas en crianza y educación.
Si hablamos de un día cualquiera en la vida de una mamá o papá con uno de sus hijos o con toda la tropa, seguro encontraremos mucha actividad que requiera del apoyo de disciplina positiva.
Regaños, gritos, órdenes, castigos, tiempos fueras, llantos. Al final nos sentimos extenuados, malos padres o malas madres. No sabemos cómo accionar con sus berrinches, peticiones o chantajes. Queremos niños obedientes, amables, respetuosos, no adictos a la tecnología, organizados, tolerantes, comprometidos, puntuales, empáticos, responsables, generosos, pacientes, líderes, que trabajen en equipo, creativos, amorosos, etcétera, etcétera y etcétera. Y así, la lista de peticiones continuaría, se agregaría un deseo cada día dependiendo del reto.
Ese es el objetivo de la disciplina positiva lograr que esa lista sea fácil de enunciar, armoniosa de trabajar. Un reto cada día y una oportunidad de crecer.
Juntas de integración. Dinámica Las 2 listas
A través de la Disciplina Positiva buscamos llegar a tener niños con buena salud emocional, con buena autoestima, independientes, capaces, libres y felices. Niños que sepan dar solución a los problemas que la vida les puede ofrecer, sin culpabilidades por cometer errores, que sepan que de los errores se aprende. Niños que sepan aprovechar la oportunidad que supone equivocarse para mejorar sin sentir culpa, ni necesidad de autocastigarse.
De esta manera, trabajaremos y nos enfocaremos en este nuevo ciclo escolar. Con actividades que apoyen a la crianza de sus hijos, de nuestros alumnos; para lo cual les proponemos una serie de actividades y que esperamos puedan compartirnos en el mismo espacio del blog.